viernes, 26 de julio de 2013

Micro relatos

Travis Louie
Herencia

La oscura galería de la entrada estaba profusamente inundada con todos los retratos de mi familia. Allí se amontonaban sin orden alguno los rostros olvidados de generaciones enteras. La mayoría de las caras eran angulosas, secas, severas y me producían una inquieta sensación, como un sordo ruido, en el piso abandonado de arriba.
Cuando venía alguien y se adentraba en el profundo pasillo irremediablemente, caía  en una nefasta red tendida durante décadas, ya nunca abandonaba ese estrecho espacio de nuestras vidas, plagado de dolor y sufrimiento. Por la noche en sus casas recordaban las terribles caras enmarcadas y entonces la vigilia hacía presa en ellos para el resto del sueño.
Yo, ya he decidido, que en cuanto me haga cargo de la larga tradición familiar, haré pasar a los pacientes directamente por el vestíbulo, creo que esos retratos no son los más apropiados para  la entrada de un dentista.

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